El efecto de la sombra

29.08.2015 10:50

Si existe alguna parte de mí que rechazo, de la que me avergüenzo (llamémosle XXXXXX), es natural que intente ocultarla frente a los demás, por miedo a que dejen de aceptarme si la descubren.

No es necesario que eso que rechazo sea real, tal vez incluso me lo estoy imaginando, me estoy atribuyendo características que aborrezco, pero que no existen en realidad. Eso no importa, basta con que lo crea, el efecto será el mismo.

Entonces, para poder ocultarlo, lo primero que necesito es reconocerlo en todos sus aspectos, todos los detalles de gestos, acciones, palabras, donde esta aborrecida característica puede ponerse de manifiesto, desde lo más sutil hasta lo más notorio.

Con los años, y a fuerza de prestar mucha atención a estas señales, me vuelvo un experto, y naturalmente uso esta destreza para catalogar a los demás.

Desarrollo una astucia extrema que me permite darme cuenta rápidamente de esas señales en los otros, y hasta puedo llegar a presumir diciendo “yo cuando alguien es XXXXXX, lo reconozco enseguida”.

A su vez, como el reprimir la manifestación de esa característica me produce un esfuerzo y un desgaste considerable, me molesta muchísimo cuando descubro que otros lo expresan sin problemas, y me siento muy tentado a condenarlos.

A esto es a lo que suele llamarse “el efecto de la sombra”, tal vez porque eso que ocultamos va a parar a un lugar “oscuro” e inconsciente, y desde allí opera produciendo esa reacción de intolerancia.

La primera explicación que se nos ocurre para esta apasionada intolerancia, por supuesto, no está relacionada con nuestra sombra. Por lo general nos damos a nosotros mismos una argumentación más maquillada y elaborada, que siempre es del tipo “no puedo soportar la XXXXXX, no puedo entender cómo existe gente así, a mi no se me ocurriría jamás….”

Mientras nos quedemos con esto, no existen muchas posibilidades de crecer.

Pero si comprendemos que todo tipo de intolerancia es una señal de que existe algo para madurar, podemos comenzar a examinar las cosas que juzgamos con más virulencia en los demás y preguntarnos qué está reflejando eso en nosotros.

Sin dudas es un desafío que requiere valentía, pero los resultados que se obtienen, en términos de liberación y paz mental, compensan con creces cualquier esfuerzo.