Un tesoro al alcance de la mano

16.11.2014 17:32

Cada vez está más instalado el concepto de la meditación en nuestra sociedad. Hace algún tiempo era patrimonio exclusivo de las filosofías orientales, pero en la actualidad, incluso nuestra occidental y pragmática ciencia, siempre tan autorizada y aceptada sin cuestionar, se ha decidido a avalar sus beneficios con estudios en diferentes áreas.

Meditar parece ser, casi nadie lo duda a esta altura, un hábito tan saludable como los famosos dos litros de agua diarios, o la caminata matutina. Beneficios asegurados y casi ninguna contraindicación.

Pero si nos resulta complicado adquirir la costumbre de tomar más agua, o caminar, es lógico que sea aún más difícil la idea de acostumbrarse a permanecer quietos en silencio, sin proyectar la mente hacia el pasado o el futuro, concentrados en una sola cosa, o incluso intentando vaciar la mente de pensamientos, durante por lo menos quince minutos.

Para muchos, esta sola idea resulta una tarea imposible, tan convencidos están de no poder controlar la actividad mental.

Pero hay una buena noticia para las mentes occidentales que desean (o necesitan hacerlo por prescripción médica) introducirse en el fascinante mundo de la meditación.

Existe un hábito que tal vez ya poseas, que puede tenerte durante un considerable tiempo quieto, en silencio, con la mente concentrada en un foco: la lectura.

La lectura necesita silencio y se lleva bien con el reposo del cuerpo, así que si uno tiene el hábito de leer con regularidad, puede tener por seguro que está habituado a permanecer un buen rato en silencio y quietud.

Nos queda el tema, no menor, de qué hacer con la mente. Pero en eso también puede ayudarnos la lectura. Obviamente, no es lo mismo “Las 50 sombras de Grey” que “El silencio habla”, y sin duda no aceptaremos el imponernos textos que no nos interesan o directamente nos aburren. Pero tal vez podamos, con conciencia y buena voluntad, comenzar a dar al hábito un nuevo significado, y utilizarlo como ejercicio introductorio que nos vaya lentamente abriendo las puertas al fascinante arte de meditar. Algunas sugerencias para este tránsito:

  • Dar regularidad al el hábito de la lectura, tratando de reservar siempre el mismo momento y el mismo lugar.
  • Crear un espacio físico dedicado.
  • Leer escuchando una música que propicie la concentración y la relajación.
  • Suspender la lectura y permitirse un par de respiraciones profundas y conscientes, con los ojos cerrados, llevando la atención hacia el estado mental y emocional.

Se trata, en definitiva, de partir de un hábito que quizá ya tengamos, o que nos cueste mucho menos adquirir, y guiarlo conscientemente hasta crear el espacio adecuado en nuestra vida para comenzar a meditar.

Poco a poco, si logramos entusiasmarnos con profundizar la práctica, quizás nos comencemos a interesar por temáticas de espiritualidad, desarrollo de la consciencia o incluso el variopinto género de la autoayuda.

Con el objetivo claro de ir logrando la experiencia de la meditación, tal vez la lectura nos resulte de una inestimable ayuda.

Y para complementar el concepto, mira lo que ha descubierto la ciencia acerca del hábito de leer aqui